Jean-Paul Sartre fue un filósofo, escritor y dramaturgo francés, exponente del existencialismo y del marxismo humanista. Fue el décimo escritor francés seleccionado como Premio Nobel de Literatura, pero lo rechazó explicando en una carta a la Academia Sueca que él tenía por regla declinar todo reconocimiento o distinción y que los lazos entre el hombre y la cultura debían desarrollarse directamente, sin pasar por las instituciones.
Simone de Beauvoir, fue una novelista y filósofa francesa. Escribió novelas, ensayos, biografías y monográficos sobre temas políticos, sociales y filosóficos. Su pensamiento se enmarca dentro del existencialismo y obras como "El segundo sexo" son obras fundacionales del feminismo.
"A partir de ahora la tomo entre mis manos" me dijo Sartre al anunciarme mi admisión. Le gustaban las amistades femeninas. La primera vez que lo ví en la Sorbona llevaba un sombrero y conversaba con aire animado con una estudiante grandota que me pareció muy fea; pronto le desagradó; se había hecho amigo de otra más bonita, pero llena de complejos y con la que no tardó en disgustarse. Cuando Herbaud le habló de mí quiso conocerme enseguida; y ahora estaba muy contento de poder acapararme; a mí, ahora, me parecía que todo el tiempo que no pasaba con él era tiempo perdido. Durante los quince días que duró el oral del concurso sólo nos separabamos para dormir. Ibamos a la Sorbona a pasar nuestros exámenes y a escuchar los de nuestros compañeros. Salíamos con los Nizan. Tomábamos copas en el Balzar con Aron que hacía su servicio militar en la meteorología; con Politzer que se había afiliado al Partido Comunista. Pero generalmente nos paseábamos los dos solos. En los muelles del Sena, Sartre me compraba novelas de Pardaillan y de Fantomas que prefería con mucho a la correspondencia de Rivière y Fournier; de noche me llevaba a ver películas de cow-boys por las que yo me apasionaba como una neófita, pues era versada sobre todo en el cine abstracto y en el cine de arte. En las terrazas de los cafés o tomando cócteles en el Falstaff conversábamos durante horas....Se interasaba por todo y nunca aceptaba nada como resuelto. Frente a un objeto, en vez de escamotearlo en provecho de un mito, de una palabra, de una impresión, de una idea preconcebida, lo miraba; no lo abandonaba antes de haber comprendido sus circunstancias, sus múltiples sentidos...
...Con el romanticismo de la época y de sus veintitrés años, soñaba con grandes viajes: En Constantinopla, confraternizaría con los estibadores; se emborracharía en los bajos fondos con los rufianes; daría la vuelta al mundo y ni los parias de la India ni los popes del monte Atlas, ni los pescadores de Terranova tendrían secretros para él. No echaría raíces en ningua parte, ninguna posesión le sería embarazosa; no para conservarse vanamente disponible sino para testimoniar acerca de todo...
...Sartre respondía exactamente al deseo de mis quince años: era ese doble en quien yo encontraba, llevadas a la incandescencia, todas mis manías. Con él, siempre podría compartirlo todo. Cuando nos separamos a principio de agosto, yo sabía que nunca más saldría de mi vida...
Simone se creía única. Pero ante Sartre tuvo que reconocer: "Era la primera vez en mi vida que yo me sentía intelectualmente dominada por alguno". Admiración por el talento de Sartre, amor por sus cualidades viriles. Deciden unir sus vidas, pero en un amor libre porque ni Simone ni Sartre aceptan el matrimonio. "Sartre --asegura Simone-- no tenía la vocación de la monogamia; le gustaba estar en compañia de las mujeres, a las que encontraba menos cómicas que los hombres; no comprendía, a los veintitrés años, el renunciar para siempre a su seductora diversidad." De todos modos ella lo ama y lo acepta como es. El propone la formula de su relación: "Entre nosotros se trata de un amor necesario, pero conviene que también conozcamos amores contingentes." Ambos cumplieron este pacto filosófico: él tuvo muchos amores contingentes, ella no tantos. Aun así llegó a sentir celos porque Sartre volvió, en el mismo año 1929, con Simone Jolivet es "Camille" a la que había conocido desde 1925 y ,la la que estaba muy apegado".
(Biblioteca.itam.mx)
El Castor proclamaría a la humanidad un tercio de siglo después de conocer a Sartre: “Ha habido en mi vida un triunfo seguro: mi relación con Sartre. En más de treinta años, sólo una noche nos hemos dormido desunidos. Este largo gemelazo no ha atenuado el interés que prestamos a nuestras conversaciones… la desgracia es la única cosa nueva e importante que puede sucederme. O veré a Sartre muerto, o moriré antes que él. Es atroz no estar cerca de alguien para consolarlo de la pena que le causamos abandonándolo; es atroz que alguien nos abandone y calle”.
En 1980 Sartre muere a causa de un edema pulmonar. “Su muerte nos separa. Mi muerte nos volverá a reunir. Mejor así: ya es hermoso que nuestras vidas hayan encajado durante tanto tiempo”, escribe el Castor.
Simone muere en 1986. Sus restos descansan junto a los de Sartre, en el cementerio de Montparnasse.
La historia de Simone y Sartre puede ser entendida cuando se ha sentido la grandiosidad de entregar amor sin imponer condiciones, sin dejar que los obstáculos propios del egoísmo humano destruyan la capacidad de simplemente existir.
Tenía ganas de hacer una entrada así.
Terminé de leer el libro y ahora quiero/necesito/voy a leer más de (si es posible) ambos.
Es interesante, muy interesante, me ha gustado =)
ResponderEliminarUn besito topi
Madre mía! ya te lo has acabado? yo tardé como más de un mes en acabarlo... me ha parecido muy interesante tu entrada y recordar memorias de una mujer formal que ya hace años que no lo toco ^^
ResponderEliminarUn besiño!!!
Interesante ^^
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